Una demoledora campaña de prensa había hundido la reputación de Ben Carter y solo había una manera de levantarla, como a su última iniciativa empresarial: con un anillo de oro.
Julianna Ford, la hija de un rival europeo, le había parecido la candidata perfecta, hasta que ella se negó.
Nadie rechazaba a Ben Carter, y menos esa hermosa y cautivadora mujer de la alta sociedad inglesa. Por eso, cuando Julianna subastó un beso para una organización benéfica, Ben aprovechó la ocasión. Tuvo que pagar un millón de dólares por un beso, pero pensaba conseguir mucho más.