Zaikin es un miembro del Tribunal del distrito que regresa al pueblo en el que su mujer e hijo están veraneando. Cansado y malhumorado, después de una dura jornada de trabajo, llega a su casa donde no hay rastro ni de la esposa ni de la cena. Horas más tarde, aparece ella en compañía de dos actores y una amiga. Como tienen que practicar para una obra de teatro, están cantando y recitando hasta bien entrada la noche. Con tanto jaleo Zaikin no puede conciliar el sueño y, al final, se tiene que levantar de la cama para ceder el sitio a la amiga de su mujer. Haciendo uso de una fina ironía, Chèjov retrata la incomodidad que supone el veraneo para los padres de familia y refleja un ambiente en el que la autoridad paterna queda en entredicho.