Transformada por sus caricias.
Solo tuvo que mirar una vez a Salvatore di Luca; solo una vez, y la vida de Lina Vitale cambió para siempre, porque una sola noche bastó para que perdiera la virginidad, escapara de su aburrida y sofocante vida y encontrara la libertad entre los brazos del rico siciliano.
La relación con Lina rompía todas las reglas de Salvatore, pero la deseaba tanto que no podía resistirse a ella, aunque hizo lo posible por negarle el acceso a su blindado corazón. Sin embargo, Lina necesitaba salir de Sicilia y, aunque no confiara en ella, le ofreció su lujosa mansión, por un buen motivo: si se quedaba allí, no saldría de su cama.