… y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo. – Mateo 20:27
No puedes tener a Cristo si no le sirves. Si aceptas a Cristo, debes aceptarlo en todas sus cualidades. No debes aceptarlo simplemente como un amigo, sino que también debes aceptarlo como tu Maestro. Si vas a convertirte en Su discípulo, también debes convertirte en Su siervo. Que Dios no permita que nadie luche contra esta verdad. Servir a nuestro Señor es ciertamente una de nuestras mayores delicias en la tierra, y ésta será nuestra gozosa vocación incluso en el mismo cielo: Sus siervos le servirán. Ellos verán su rostro (Apocalipsis 22:3-4).
Charles H. Spurgeon escribió originalmente este libro para los miembros de la Young People's Society of Christian Endeavor [Sociedad de Jóvenes de Acción Cristiana]. El estilo de escritura sincero de Spurgeon hace que este libro siga animando a los creyentes a dedicarse a la acción cristiana. Enfatiza el hecho de seguir adelante, utilizando los talentos y recursos que ya tienes a tu disposición, para el servicio del Señor y tu propia recompensa eterna. Los conceptos presentados son fáciles de entender y directos, si tan sólo estás dispuesto a entregar tu vida para seguir a Cristo.
Índice de Contenidos
Cap. 1: La Necesidad de Seguir a Cristo
Cap. 2: Cómo Ir
Cap. 3: La Ayuda del Espíritu Santo
Cap. 4: Sólo Cristo
Cap. 5: Gran Fe y Grandes Obras
Cap. 6: Siendo Fieles con los Talentos que Ya Nos Ha Dado
Cap. 7: El Gozo de la Cosecha del Señor
Cap. 8: El Cuerpo Trabaja en Equipo
Cap. 9: Un Simple Servidor
Cap. 10: Con Dios Nada es Imposible
Cap. 11: Debemos Llevar Fruto
Cap. 12: Sólo para Su Gloria
Cap. 13: Fuego y Martillo
Cap. 14: Cuidado con las Zorras
Cap. 15: Las Cosas Buenas Toman Tiempo
Cap. 16: La Urgencia de Hoy
Cap. 17: Abre Tu Boca
Cap. 18: La Providencia Ilimitada de Dios
Cap. 19: Nuestros Escasos Panes en Manos de Cristo
Título original: Nos esforzamos
Charles Haddon (C. H.) Spurgeon (1834-1892) fue un predicador bautista británico. Comenzó a predicar a los 16 años y rápidamente se hizo famoso. Se le sigue conociendo como el "Príncipe de los Predicadores" y con frecuencia acudían más de 10.000 personas a escucharle predicar en el Tabernáculo Metropolitano de Londres. Sus sermones se imprimieron en periódicos, se tradujeron a muchos idiomas y se publicaron en muchos libros.