Por más que Las confesiones de un alma bella constituyan un texto de carácter literario, en él se encierra un indudable interés filosófico, al menos a juzgar por la extensión del concepto de «alma bella» en la filosofía del siglo xviii. Puede encontrarse, por ejemplo, en Rousseau, Zinzendorf, Hemsterhuis o Wieland y más tarde en Hegel y Schiller, además del mismo Goethe. No obstante su origen ha de remontarse hasta Platón. La historia del concepto es curiosa: de Platón pasa a Plotino, de Plotino a san Agustín y de aquí a la mística alemana de la baja Edad Media y a la literatura religiosa española de los siglos XVI y XVII.