El Matrimonio Ideal

En un mundo en constante transformación, se manifiesta una poderosa fuerza que desafía el orden establecido y propone cambios significativos en todas las instituciones. Esta fuerza es señal de que estamos al borde de una nueva era, en la que la transformación no sólo es deseada, sino necesaria para el bienestar de la humanidad. El progreso, inherente a la vida, nos impulsa hacia un futuro sorprendente, aunque moleste a quienes se aferran a las tradiciones.  

Esta búsqueda incesante del cambio, aunque rodeada de incertidumbre, es un reflejo de la disposición del planeta para un nuevo comienzo. La evolución de las instituciones, especialmente el matrimonio, desempeña un papel fundamental en esta transformación. El matrimonio, como fundamento de la civilización, debe reevaluarse bajo una nueva luz, incorporando altos ideales que reflejen la psicología del amor y del sexo. La era idealista que se avecina exige un enfoque más sensible y veraz de las relaciones humanas, alejándose de los puntos de vista materialistas que han dominado el pasado.  

Es esencial comprender la relación entre salud, moralidad y sexualidad. Muchas de las dificultades a las que nos enfrentamos en la vida moderna tienen su origen en el uso inadecuado de la energía creativa que todos poseemos. Para avanzar, es vital aprender a dirigir nuestros deseos y canalizar esta energía de forma constructiva, evitando que sus manifestaciones negativas perjudiquen a las personas y a las familias. 

La felicidad conyugal, por ejemplo, a menudo se ve amenazada por percepciones distorsionadas del amor y las relaciones. Las parejas que se unen sin una verdadera compatibilidad, impulsadas por las expectativas sociales, suelen encontrarse en situaciones infelices. El amor verdadero debe ser un proceso genuino, basado en la atracción natural, no en la manipulación psicológica. Es esencial que cada miembro de la pareja busque no sólo un compañero, sino un verdadero amigo que comprenda y respete su individualidad.  

Así pues, la transformación necesaria debe empezar por la forma en que vemos el amor y el matrimonio. Debemos abandonar las artificialidades que ocultan nuestros verdaderos sentimientos y aprender a idealizar al otro de forma constructiva. La idealización no debe confundirse con las ilusiones; al contrario, es una forma de reconocer el potencial humano que reside en cada uno. Cuando cultivamos la capacidad de ver lo mejor del otro, creamos un entorno favorable para el crecimiento mutuo y la felicidad. 

En este nuevo contexto, el respeto de la individualidad de cada uno es crucial. La libertad en una relación no debe verse como una licencia para actuar egoístamente, sino como una oportunidad para que cada persona se desarrolle y contribuya al bien de la otra. La felicidad, por tanto, es un reflejo del sacrificio mutuo, en el que cada persona busca el bienestar de su pareja y viceversa.

A medida que avanzamos en esta nueva era, es vital que las relaciones se basen en valores espirituales y emocionales más éticos. El amor verdadero, fundado en la autenticidad y la sinceridad, es lo que realmente alimenta el alma y aporta alegría. Hay que animar a las generaciones futuras a cultivar vínculos significativos respetando las leyes naturales que rigen el matrimonio. 

En este libro examinaremos la esencia de estas transformaciones, tratando de comprender cómo la evolución del amor y del matrimonio puede contribuir a la felicidad individual y colectiva. Es necesario que todos se dediquen a reflexionar y practicar ideales que eleven la condición humana, promoviendo un entorno en el que todos puedan prosperar y evolucionar, tanto en su vida personal como en sus relaciones. 

A.R.Ribeiro.

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