Trabajar para el arrogante multimillonario Torre Romano era la peor pesadilla de la tímida Orla. No había olvidado el terrible golpe que le supuso que la rechazara. Por desgracia, su traicionero cuerpo no había olvidado el intenso placer que se habían proporcionado mutuamente. Viajar al extranjero con él y trabajar hasta altas horas de la noche era una sensual tortura, sobre todo porque Torre parecía dispuesto a tentarla para que volvieran a jugar con fuego.