En las afueras de los pueblos había campos de viñedos, eran de color pardo y las viñas toscas y gruesas. Las casas giran blancas y, en las calles, los hombres, con ropas de fiesta, jugaban a los bolos. Los perales habían sido pulverizados y las paredes de las casas estaban manchadas con el metálico azul verdoso del vapor de los pulverizadores. Había pequeños claros alrededor de las aldeas, donde crecían las viñas, y luego los bosques.