Cuando los novelistas franceses reúnen varios trabajos cortos en un tomo, le ponen por título el de la obrilla que va impresa en primer lugar; costumbre aquí seguida por algunos y censurada por no pocos, los cuales alegan que engolosinar al público con una portada que parece de novela formal y darle luego una docena de cuentecitos es hacerle víctima de un engaño. Para que no puedas--lector amigo--echarme en cara la misma acusación, te advierto de que estas tres mujeres , no son otros tantos tipos femeninos presentados en una sola y larga acción novelesca, de aquellas en que se pintan las costumbres y se estudian las pasiones, sino tres figuras abocetadas en narraciones cortas, donde lo imaginado para entretenerte algún rato, pesa más que lo observado para moverte a pensar seriamente en las cosas graves de la vida. Deseando hacerlas agradables a tus ojos, el editor ha vestido y adornado a estas tres mujeres mejor de lo que merecen, dándoles en ropajes y galas lo que les falta de belleza.