Casi doscientos cincuenta años después del nacimiento de su autor, Fausto sigue siendo un clásico, pues plantea el problema de los límites y el sentido de la acción humana, y lo hace bajo la parábola del pacto con el diablo. ¿Merece la pena el pacto?, ¿qué lo justifica?, ¿es el diablo una realidad separada del hombre o es nuestro otro yo?, ¿es el obstáculo para nuestros planes o es el que nos provee del empuje para consumarlos?, ¿tiene el Mal realidad propia e independiente como contrapartida del Bien, o no es más que la ausencia o la no plena realización de este? La obra mantiene su vigencia hoy porque, mediante estos interrogantes propios de la condición humana, reaviva la inquietud en una época que pretende sentirse ajena a ellos.