Con sus Noches lúgubres alcanzó Cadalso, tras su muerte, un éxito de público que no había conocido con ninguna de sus otras obras. En el siglo xix llegó incluso hasta la clase obrera a través de ediciones populares y representaciones fantasmagóricas que se proyectaban por medio de una suerte de linterna mágica. Su éxito se explica por el carácter autobiográfico de la obra, su excelente ambientación nocturna y una trama que incluye crimen, sacrilegio por intento de exhumación y conato de suicidio. Por su tono infractor y subversivo, Noches lúgubres fue delatada más de una vez al tribunal de la Inquisición y se hicieron de ella varias versiones acomodadas a los diferentes ideales de la época.