La población humana ha sido diezmada por enfermedades infecciosas desde la antigüedad. Las vacunas, los antibióticos y antivirales nos han permitido vencer a una gran parte de las infecciones. Las vacunas se elaboran a partir de agentes debilitados, los cuales estimulan nuestro sistema inmunitario. Así se lograron vacunas contra infecciones víricas como la viruela, la poliomielitis, la fiebre amarilla y la hepatitis B, y contra infecciones bacterianas tales como el cólera, el tifus, la difteria, el tétano, la peste bubónica o la tos ferina. Los antibióticos se emplean en el tratamiento de las infecciones. Descubrimiento de la penicilina. Mecanismos de resistencia bacteriana Existen evidencias de intervenciones quirúrgicas en la antigüedad, sin embargo, dadas las pésimas condiciones en las que se operaba, el índice de mortalidad resultante era muy elevado. Todo cambió con la eliminación del dolor, mediante la utilización de gases anestésicos. Posteriormente, Sertuerner aisló la morfina a partir del opio, un gran avance en la lucha contra el dolor. Semmelweis y Lister introdujeron, respectivamente, la asepsia y antisepsia, reduciéndose de forma notable las infecciones quirúrgicas. Landsteiner descubrió los grupos sanguíneos y se pudieron evitar las hemorragias quirúrgicas por medio de las transfusiones. Todos estos avances permitieron el desarrollo de la cirugía. La tendencia actual es la terapia regenerativa, y la aplicando la telecirugía robótica