Abigail Foster no quiere acabar siendo una solterona, pero sabe que su minúscula dote no le va a servir para incrementar sus encantos, y el único hombre que ella creía que le pediría su mano, un amigo de toda la vida, resulta que se ha enamorado de su hermana pequeña, más bonita que ella. Cuando los problemas financieros fuerzan a su familia a vender su casa de Londres, un extraño abogado aparece con una oferta increíble: pueden irse a vivir a una lejana casa señorial que lleva dieciocho años abandonada. Los Foster emprenden viaje hacia la imponente mansión de Pembrooke Park y al llegar, se la encuentran tal y como sus últimos habitantes la dejaron en su repentina partida: con las tazas de té con el té reseco, ropa en los armarios que se ha apolillado, una casa de muñecas abandonada mientras jugaban con ella... El atractivo pastor del pueblo les da la bienvenida, pero a pesar de que tanto él como su familia parecen saber algo del pasado de la casa, la única información que le dan a Abigail es una advertencia: que tengan cuidado con los intrusos que puedan llegar atraídos por los rumores que circulan de que en la casa hay una habitación secreta que alberga un tesoro. Con la esperanza de mejorar la situación financiera de su familia, Abigail se pone a buscar como quien no quiere la cosa la secreta estancia, pero la llegada de unas cartas anónimas a su nombre, con pistas acerca de dicha habitación y sobre el pasado de la casa, la llevan a descubrir cosas mucho más sorprendentes. Cuando los secretos salgan a la luz, ¿podrá Abigail encontrar el tesoro y el amor que busca... o correrá grave peligro?