La mosca relata la visita que le hacia el anciano señor Woodifield, ya retirado y posterior a haber sufrido una apoplejía a su jefe que era cinco años mayor que él, corpulento, rozagante, lleno de vitalidad. El señor Woodifield sólo podía salir de su casa los martes cuando se lo permitían su esposa e hijas. Y allí estaba fumándose un puro, observando a su ex jefe, sintiéndose cómodo.