El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilusión en la que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. No obstante, tras las apariencias hay un plan que no cambia. El guion ya está escrito. El momento en que ha de llegar la experiencia que pone fin a todas las dudas ya se ha fijado. Pues la jornada solo se puede ver desde el punto donde terminó, desde donde podemos mirar hacia atrás e imaginarnos que la emprendemos otra vez y repasar mentalmente lo que sucedió.