La duda sobre el amor de su Ricardo, vuelve loca a Amparo, y junto al tema de la «llama, ceniza, nada», poético y tradicional, asoma la obligada «carcajada horrible» que cierra el acto II. El acto III, une lo amable y lo siniestro, con la muerte de la tía (Leocadia) y las vacilaciones entre la razón y el delirio de Amparo, en notable acierto de belleza en prosa y adaptación a lo español del mundo nebuloso nórdico de Ibsen y Maeterlinck. Leocadia, la figura lúgubre «vestida de negro — que simboliza la duda— con su rostro lívido, sus ojos mortecinos, su andar lento», que va deslizándose sin ruido por la casa «sombra de algo mortal que cruzase las alfombras y rayase de negro telas de colores y destellos» es una creación sombría que caracteriza un estilo. La duda, con El loco Dios (v.) son para nosotros lo mejor del Echegaray de esta tendencia.