Galdós fue elegido miembro de la Real Academia Española con notable retraso, bastante después de que su producción literaria hubiera alcanzado las cotas de calidad y cantidad que hacían lógica la elección. Esta tuvo lugar en 1889, fue promovida por quien más tarde le daría la bienvenida en la corporación, su amigo Marcelino Menéndez Pelayo, y no estuvo exenta de dificultades, pues requirió dos intentos. El acto de ingreso se retrasó hasta 1897, y fue una de las raras ocasiones en que la contestación resultó más extensa que el discurso del recipiendario. Posteriormente, Galdós ocupó el otro atril del salón de actos de la Academia para recibir en ella a José María de Pereda. El triángulo amistoso que, por encima de las diferencias ideológicas, tuvo sus vértices en esos tres nombres representa en la historia de nuestras letras un ejemplo admirable de espíritu tolerante, del que el lector hallará algunas muestras en los dos discursos que aquí se reeditan.
Художественная литература