Las sombras de los interminables ÃĄrboles se alargaron al atardecer y luego desaparecieron, mientras el sol era consumido por un gran montÃģn de nubes en el horizonte. Balank, preocupado, tomÃģ su rifle laser del robot y se lo colocÃģ debajo del brazo, aunque ello significara mÃĄs peso con que cargar cuesta arriba y a pesar de lo cansado que estaba. El robot nunca se cansaba. HabÃan estado trepando por aquellas colinas la mayor parte del dia, y Balank tenÃa todos los mÚsculos doloridos de andar agachado bajo las encinas, con la mÃĄquina siempre a su lado, adaptÃĄndose a su paso
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