Un mercader asume una deuda de tres mil ducados para ayudar a un gran amigo, el prestamista: un judío, que además le odia. El mercader acepta el trato de entregar al judío en caso de falta de pago una libra de su propia carne y de preferencia de aquella que se encuentra cerca al corazón, pues está seguro que sus negocios tienen buen viento. Pero por azares del destino el mercader se ve en imposibilidad de pagar en la fecha pactada. Aceptará un juzgado que se ejecute la deuda del modo pactado aun cuando atenta contra la vida del mercader? Shakespeare nos cuenta como termina la historia.
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