Tim y Amanda no tendrían que haberse conocido, sus vidas no deberían haber coincidido esa noche en aquella lujosa fiesta de Boston, él pertenece a una familia con raíces políticas similares a los Kennedy y ella es camarera, pero coincidieron. Y les bastó. Ojalá el resto del mundo hubiera creído lo mismo y ojalá Tim hubiese sabido estar a la altura. Pero lo ha superado y prueba de ello es que está a punto de casarse con la chica perfecta. Hasta que una noche recibe la noticia de que Amanda está en París y esa información basta para que deje plantada a su prometida y se suba al primer avión rumbo a Francia. Quizá lo único que importa de verdad es el amor. Quizá los dos eran demasiado jóvenes entonces y ahora las cosas serán distintas. Quizá ahora entenderá qué diablos sucedió y por qué nunca ha conseguido olvidar a Amanda. Amanda es casi feliz en París, le basta con él casi. Le gusta su trabajo, el pequeño restaurante que ha conseguido abrir en aquel barrio tan encantador, y sus amigos. Y lo más importante, le gusta quién es allí, adora la mujer en la que se ha convertido. No necesita nada más y ya no piensa en el pasado. Ya no. Nunca. Bueno, casi nunca. A veces, por eso tiene la sensación de que el hombre que está en esa esquina es Tim. Tiene que ser su imaginación, es imposible que Tim esté en París. ¿Por qué no ha conseguido olvidarse nunca de él?