La importancia de llamarse Ernesto se entrenó en 1895, con un subtítulo clarificador: “comedia banal para gente muy seria” toda la obra es un gran juego de acciones y lenguaje, aprovechando los dobles sentidos de las palabras y las significaciones sociales de los términos, la puesta fue todo un éxito que se vio empañado por el escándalo propio de una sociedad puritana y cruel, deseosa de ver caer al hombre que se había atrevido a cuestionar las bases y principios de esa misma sociedad.