Si solo hubiera sido una noche en Las Vegas...
La suerte de la organizadora de bodas Kinley Quinten cambió cuando su trabajo la llevó de vuelta a Texas, cara a cara ante el padre de su hija, el ranchero Nate Caruthers. La pasión que los había metido en un lío tres años antes seguía viva, demasiado fuerte para ignorarla.
Nate no podía negarlo: sentía algo por Kinley. Pero lo que había pasado en Las Vegas, debía quedarse allí. Lástima que el cliché no se cumpliera, porque se había enamorado de la mujer cuya hija secreta iba a cambiarlo todo.