Después de tomar por asalto la capital y asesinar al rey Numedides a los pies del trono —del que se adueñó a continuación—, Conan, que tiene y a más de cuarenta años, es el rey de la nación más grande de Hiboria.
Su vida de rey, sin embargo, no es un lecho de rosas. Aún no ha pasado un año y el juglar Rinaldo entona ya insolentes baladas alabando al «mártir» Numedides. El conde de Thune, Ascalante, ha reunido a un grupo de conspiradores para derrocar al bárbaro. Conan comprueba que la gente tiene mala memoria, y que él también sufre el desasosiego que conlleva la corona.