Sobre este fundamento, el autor pasa luego a analizar en profunidad y de forma exhaustiva los pactos adámico, noético, abrahámico, sinaítico, davídico y mesiánico concluyendo con una exposición de Gálatas 4:21-31 (la alegoría de los dos pactos). Vemos en esta obra una clara expresión de aquella máxima antigua de la hermeneutica: “la Escritura se interpreta a sí misma.”