Sin embargo, ella lo llamaba secuestro. No podía confiar en aquel hombre que decía llamarse Larkin y que se empeñaba en protegerla. Debía admitir que era un tipo amable, valiente... y muy sexy, pero era obvio que estaba mintiendo. ¡De ningún modo podía enamorarse de alguien de quien no sabía ni cómo se llamaba!