Esta obra afirma que lo segundo: el ser humano se debe mostrar activo en la eliminación de las trabas al despliegue de la felicidad, comenzando por eliminar esas pasiones egocéntricas que son la envidia, el miedo o la conciencia de pecado y reforzando las que impulsan hacia fuera de sí mismo, que invitan a sentirse parte de la corriente de la vida: «Cuantas más cosas interesen a alguien, más oportunidades de felicidad tendrá», afirma, para concluir que el ser feliz es el que se siente ciudadano del universo «y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda». Una obra de autoayuda... si no fuera porque se trata de un proyecto, de raigambre estoica, de repensar el ser humano y su posición en el mundo.
Bertrand Russell nació en Trelleck Gales, Inglaterra, en el seno de una familia perteneciente a la nobleza. Perdió a sus padres a la edad de tres años y fue educado por sus abuelos paternos. Su abuelo, lord John Russell, fue primer ministro de Inglaterra en dos ocasiones. Recibió una educación muy esmerada y se especializó en filosofía y matemáticas. Trabajó como profesor en diferentes universidades y dio muchas conferencias. Se casó cuatro veces, sus tres primeros matrimonios acabaron en divorcio. Tuvo tres hijos. En 1903 publicó su primera obra, Los principios de las matemáticas. A Russell se le considera como uno de los padres de la Filosofía Analítica moderna. En el campo de la filosofía sus pensamientos giraron inicialmente alrededor del Idealismo Absoluto y más tarde del Atomismo Lógico y del Realismo, lo que le valió el Premio Nobel en 1950. Fundador del movimiento Pugwash (con Einstein, 1953), contra el armamentismo nuclear, destacó por sus avanzadasconcepciones pedagógicas en una sociedad excesivamente puritana. Entre sus obras destacan, además de La conquista de la felicidad, Sobre educación, Matrimonio y moral y Teoría y práctica del bolchevismo.