La figura de Bolívar surge aureolada por la grandeza de su pensamiento y de su titánica obra. Sus caracteres humanos no pierden sus dimensiones, su obra e ideales se proyectan hacia el futuro con la luz inextinguible de la inmortalidad.
Bolívar con su genio múltiple, con el brillo de su espada, con su amor a la libertad, con su desinterés ejemplar, con su idealismo contagioso, con su elocuencia arrebatadora y con su sentido heroico de la vida, continúa como en los días de la epopeya por la emancipación, despertando la inspiración de escritores y poetas del mundo.
"Grande como Napoleón y como Alejandro —escribe Juana de Ibarbourou— la grandeza de Bolívar no desmerece al lado de los más ilustres capitanes de la historia; mejor diríase que resplandece con fulgor distinto y aun quizás más vivo, pues estando en la admiración de los hombres tan alto como el corso inmortal y glorioso macedonio, su aureola tiene una luminosidad pura, que le da carácter augusto y único.
Es porque, aquellos son los conquistadores y el héroe de Venezuela es el reconquistador. Hay una diferencia enorme entre una designación y otra.
La conquista es la usurpación, el gran hurto que cobija la historia y el valor magnífico; la libertad de un pueblo, o sea su reconquista, es la devolución obtenida a fuerza de heroísmo, de sacrificio y de patriotismo.
A la primera la apadrinan la ambición y la avidez de mayores bienes materiales; la otra es hija de la justicia, se enraíza en el derecho y hace de cada soldado un visionario y un estoico.
El conquistador busca el boato, la riqueza, los honores. El reconquistador ofrece su bienestar, sus bienes y acepta la ingratitud de los hombres.
Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.