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Nunca he sido un lector asiduo a las novelas de fantasía, no porque no me atraiga su temática, sino porque resulta muy difícil encontrar un libro que no forme parte de una saga interminable, las cuales, con el tiempo, acaban por aburrirme. Por este motivo, salvo contadas excepciones, procuro leer siempre sagas ya finalizadas. Asimismo, a parte de que hay pocos autores capaces de mantener el interés en sagas extensas, el mercado español es bastante traicionero a causa de las divisiones, las cancelaciones y los precios desorbitados; por lo que aficionarse a una saga resulta una apuesta arriesgada.
Afortunadamente, se publican libros como Elantris, donde se aúna de forma efectiva, amena y en un único volumen todo un nuevo mundo fantástico (con su geografía, normas, historia, misterios y muchos personajes). Además, si el autor no se queda ahí, en la superficie, e intenta ir unos pasos más allá planteando dilemas de forma inteligente, como en este libro, entonces la experiencia resulta absolutamente satisfactoria.
No por nada este libro ha conseguido encandilar tanto a Orson Scott Card como a Miquel Barceló, quien se ha apresurado ha publicado en castellano en su colección de ciencia-ficción; así como a otros muchos lectores, como en mi caso, que decidieron a darle una oportunidad a la ópera prima de Brandon Sanderson (o al menos a su primera novela publicada).
El argumento del libro es el siguiente:
Diez años atrás, la ciudad de Elantris era la capital del reino de Arelon y sus habitantes, los elantrinos, eran humanos transformados por una fuerza mágica llamada la Shaod (la Transformación), la cual les otorgaba grandes poderes y una larga vida. Por ello, se consideraban a si mismos dioses y, gracias a su poder e influencia, mantenían el reino próspero y en paz, puesto que nadie osaba enfrentarse a la magia elantrina.
Pero la magia, por algún motivo desconocido, falló y Elantris comenzó a corromperse junto a sus habitantes, quienes se convirtieron en unas criaturas infestas, simples despojos carentes de cualquier poder de antaño. Asimismo, también se truncó la prosperidad de Arelon y la seguridad de sus fronteras.
De hecho, por ese motivo, en vista de una posible invasión del imperio fanático de Fjordell, se pacta una alianza con el reino de Teod, el último reducto de resistencia, prometiendo a la teodisa princesa Sarene con Raoden, el príncipe heredero de Arelon. El problema surge cuando, tras su llegada a Kae (la capital de Arelon, situada al lado de Elantris como recuerdo del prestigio de una época pasada), le comunican que su marido ha fallecido.
A pesar de todo, el acuerdo persiste y debe proteger la alianza entre Arelon y Teod a toda costa. En especial debe vigilar a Hrathen, un clérigo Fjordell también recién llegado a Kae y que está dispuesto a todo para convertir a su religión a todo el reino.
Lo que ellos no sospechan es qué le pasó realmente al príncipe Raoden. Cómo, transformado por la Shaod, se ha convertido en un ser miserable, abandonado a su suerte en la decrépita ciudad de Elantris, donde agonizan el resto de despojos humanos que han corrido su misma suerte. Su única esperanza de supervivencia, así como la salvación de su reino, radica en unir a los elantrinos y, sobretodo, en descubrir porqué la magia dejó de funcionar.</blockquote>
La trama se desarrolla a partir de estos tres personajes, enfocando cada capítulo en un personaje en concreto. Resulta bastante efectivo, ya que consigue que todas las historias sean lo suficientemente atractivas, así como también recurre, aunque no de forma abusiva, a la técnica de dejar a un personaje en una situación límite al finalizar el capítulo, con la consecuente tensión e intriga hasta volver a retomar esa parte de la trama, lo cual, como es de suponer, hace que resulte difícil abandonar la lectura.
Otro aspecto destacable del libro son sus personajes. Quizás puedan resultar un tanto arquetípicos, pero tanto los principales como los secundarios están correctamente