Aunque Kafka encomendó a Max Brod la destrucción de su obra, Brod desoyó el deseo de su amigo y, con ella, salvó esta carta de la hoguera, ofreciendo a la posteridad la llave maestra para comprender no sólo la vida y la sensibilidad del autor, sino también el sentido de toda su producción literaria. En ella se basan todas las interpretaciones de lo que el autor denominaba «el revolverse de la mosca en la hoja de papel engomado», es decir, él mismo condenado en la casa paterna.