Rachel debe ocuparse del legado de su difunto marido. Para ello deberá tratar con Blake Sherrington, un ejecutivo tan atractivo como arrogante, tan grosero como deseable. Un hombre que, desde el primer momento, le deja muy claro lo que quiere de ella.
Pero Rachel no puede amar. Rachel ya amó. Amó y odió. Porque vivió un amor tan bonito y perfecto que la destroza pensar en la forma en que terminó.
Lo único que desea ella ahora es vengarse. Y para ello bien puede servirle Blake, un hombre que colecciona amantes de una noche. Con lo que no contaba Rachel es con la posibilidad de que, en esta historia, dos corazones puedan acabar destrozados.
Blake desea a Rachel Stone como nunca ha deseado a ninguna mujer. Pero, después de quedar cautivado por la tristeza que habita en sus ojos dorados, ya no se conforma con su cuerpo. Él, ahora, lo quiere todo.