Si bien es cierto que los Cuentos de una abuela no figuran entre las obras mÃĄs conocidas de Georges Sand, sà podemos incluirlos entre las mÃĄs educativas y, paradÃŗjicamente, representativas, pues en cierto modo constituyen un legado de su plena madurez como mujer y como escritora. No en vano los concibiÃŗ para deleite de su nieta Aurore, tratando ademÃĄs de inculcarle unos valores que, si a mediados del siglo XIX resultaban revolucionarios, todavÃa hoy continÃēan siendo progresistas. El cuento de hadas, cuyos sÃmbolos y arquetipos son el vehÃculo tradicional del acervo cultural, inconsciente pero esencial para que el individuo se integre e identifique dentro de la sociedad, adquiere, gracias a la pluma de la autora, nuevos contenidos, acordes con el carÃĄcter inconformista y creativo de Êsta. Estos tres Cuentos de una abuela no sÃŗlo reivindican, a travÊs de sus protagonistas, todas niÃąas, la igualdad entre los sexos, y, por extensiÃŗn, entre todos los seres humanos, sino tambiÊn unos derechos del niÃąo, en el sentido en que muestran a los adultos la necesidad de aprovechar, enriquecer, fomentar y madurar, sin desvirtuarlas ni reprimirlas, las cualidades propias de la infancia: la curiosidad, la espontaneidad, la creatividad, la imaginaciÃŗn, la ausencia de prejuicios y la capacidad de aprendizaje a partir de la experiencia propia y ajena.