Saki es un artista de las palabras que va entretejiendo en ellas, con el sentido de lo que narra, una fibra de ironía que le da, a la vez, su credibilidad y su efecto humorístico, en ocasiones devastador. Si se le puede llamar cruel, por iguales motivos puede llamársele piadoso y comprensivo.
Como verán los que por primera vez lean esta breve selección de cuentos suyos; y como lo saben sus innumerables lectores de muchos años, Saki está de parte de los débiles y de los perseguidos por los automatismos y la prepotencia del orden social. En donde la sociedad se aparta del impulso natural y honrado del hombre, allí está el dedo acusador de Munro. Sin embargo, su fórmula expresiva tiene más el tono de una confidencia detallada y sagaz que el de una acusación.