Juan XXIII será siempre recordado como el Papa del Concilio, el Papa que abrió de par en par las ventanas de la Iglesia y favoreció una visión renovada de la misma como servidora y amiga de los hombres, atenta a los signos de los tiempos, presencia y servicio en el mundo de hoy. Testigo de dos guerras mundiales, fue un entusiasta defensor de la paz y de la libertad. Era un hombre de profunda fe, y despertaba simpatía en las gentes por su aspecto bondadoso, su buen humor, su amabilidad y cordialidad, su optimismo y su humildad.