Recoger moras junto a su hija en aquel jardín abandonado tuvo una consecuencia imprevisible en la vida de Kay Lovell: primero la besó un guapísimo desconocido, y después la contrató como jardinera. Kay trató de hacer todo lo posible con aquel jardín... y con su malhumorado jefe, Dominic Ravenscar. Era obvio que él todavía no se había recuperado de las heridas del pasado pero, poco a poco, Kay fue descubriendo al verdadero Dominic, el hombre que tanto amaba la vida y que sólo deseaba tener su propia familia.