El desafÃo supremo de esta Êpoca es el de presentar a Jesucristo como Salvador y SeÃąor y de construir Su lglesia que es Su esposa. Es una tarea difÃcil y exigente. Si debemos alcanzar nuestros objetivos, entonces es absolutamente necesario comprometernos en cuerpo y alma.
En la conversiÃŗn Dios pone en nosotros Su EspÃritu Santo. El sello del EspÃritu Santo en el creyente constituye una marca de posesiÃŗn. Si nuestras vidas estÃĄn consagradas al SeÃąor, entonces nuestros bienes deben ser consagrados a El tambiÊn. Nosotros no podemos consagrar nuestras vidas y dejar nuestros bienes sin consagrar. Esto quiere decir que los bienes del creyente reciben un toque divino. Son de alguna manera tocados por la sangre del Cordero que los lava y los santifica.
Si los bienes deben estar disponibles para el SeÃąor, ellos deben ser liberados del "yo", de esta tiranÃa que quiere poseerlos, controlarlos y guardarlos para la adoraciÃŗn del dios llamado "yo", por consecuencia, el EspÃritu Santo debe separar nuestros bienes del mundo y del "yo", con la finalidad de que todos nuestros bienes sean consagrados al SeÃąor.
El mundo no fue solamente juzgado, sino tambiÊn condenado. No tiene ningÃēn futuro. El creyente no puede realmente invertir en el mundo.
Nosotros produjimos este libro orando que empuje los corazones de los que pertenecen al SeÃąor a adquirir las riquezas permanentes invirtiÊndolas en el SeÃąor y en Su evangelio a partir de ahora.
Espero que lo leas y te dejes transformar.