Arrebatadoramente atractivo y de clase trabajadora, era el hombre ideal para hacerse pasar por su pareja durante dos días. Lejos de ser un trabajador humilde, Sean Murphy era un sofisticado hombre de negocios europeo que había hecho del placer un arte. Y placer era lo único que podía y quería ofrecerle a la hermosa mujer que lo compró en la subasta...