El camino de Santiago

Aquí la historia de uno de ellos. Un trabajador temporal regordete, friki del séptimo arte y al que todos llaman, a su pesar, Santiago, por su gran parecido físico al actor Santiago Segura, lamenta su eterna mala suerte tanto en el aspecto financiero (está obligado a compartir piso en Madrid con una pareja de universitarios ingleses que andan siempre colocados), como en el afectivo (su novia lo odia y el verdadero amor de su vida, una consultora de ETT de belleza deslumbrante, lo desprecia y llama solo para enviarlo a los trabajos más chungos).

El cenit de su mala suerte se produce cuando Santiago, tras ser enviado como peón a una obra con deficientes medidas de seguridad, cae al fondo de un sumidero lleno de excrementos desde una altura considerable. Sin embargo, lo que al principio parece ser una desgracia se convierte en una oportunidad única para nuestro protagonista de darle un giro total a su vida. Puesto que, con el accidente, adquiere el poder de la metamorfosis pudiendo convertirse en cualquier persona.

¿Qué utilidad puede tener en la España de hoy en día, en donde se otorga una gran importancia a la imagen, el poder cambiar el aspecto físico a su propio antojo en cuestión de segundos? ¿Cómo podrá cambiarle la vida a un joven madrileño marginado y cenizo la capacidad de convertirse esta mañana en, por ejemplo, una enfermera despampanante, y por la tarde, en el actor George Clooney? ¿Logrará por fin la tan, hasta ahora, esquiva suerte en el dinero y en el amor?

La respuesta la tenéis en las 25 etapas de que consta «El camino de Santiago».