Khalid, príncipe del desierto, nunca había perdido el control, excepto una vez: durante su ilícita noche de pasión con la cautivadora bailarina Aubrey. Aquella noche se llevó la gran sorpresa de que ella era virgen, pero ni siquiera ese descubrimiento pudo compararse a la conmoción que Aubrey le causó cuando, ya estando de vuelta en su reino, ¡le contó que había dado a luz a un hijo suyo!
Reclamar a su hijo era innegociable para el orgulloso príncipe, pero reclamar a Aubrey iba a ser un desafío mucho más delicioso...