Pero Jason ya había decidido a quién quería por esposa. Una mujer a la que pudiera respetar y querer, que fuera la madre de sus hijos. Para ello no era necesario estar enamorado.
Emma Churchill dudó cuando se lo propuso, y Jason tuvo que esperar un mes para conocer su respuesta. Pero la idea de hacer el amor con una mujer virgen en la noche de bodas provocaba en él sentimientos que nunca jamás había experimentado...