Cuando se publicรณ El retrato de Dorian Gray, la crรญtica moralizante acusรณ a su protagonista de ser una figura satรกnica, corrompida y corruptora, sin comprender que era el hรฉroe de una novela que reflejaba la fatalidad de los romรกnticos: Oscar Wilde (1854-1900) habรญa querido hacer de la belleza un refinamiento de la inteligencia; y para ello sumiรณ a su protagonista en una atmรณsfera de perversiรณn dominada por el arte y los poderes de un misterio que estรก mรกs allรก de la realidad. Pero el autor va mรกs allรก de la simple descripciรณn: incrusta a su personaje en un crimen y, como Edgar Allan Poe en sus relatos, lo rodea de un misterio que la razรณn no puede explicar.
Dorian Gray sigue siendo, mรกs de cien aรฑos despuรฉs de la muerte de su autor, una piedra angular en los debates entre la รฉtica y la estรฉtica, en las relaciones que mantienen el bien y el mal, el alma y el cuerpo, el arte y la vida. Presidida por la ley de la fatalidad, Dorian Gray no deja de alcanzar el objetivo que el propio Wilde querรญa para su libro: ยซVenenoso si ustedes quieren, pero no podrรกn negar que tambiรฉn es perfecto, y la perfecciรณn es la meta a la que apuntamos nosotros los artistasยป.