Lo que Norma y Malú no sabían era que pelear por la verdad, por descubrir a los responsables de la muerte de Alejandra, y solicitar al Gobierno mexicano mano dura contra las desapariciones y los asesinatos de mujeres en Juárez haría llover sobre ellas serias amenazas de muerte y las obligaría a cambiar de domicilio, de ciudad y de vida. Pese a lo cual las dos continúan comprometidas en su lucha contra la impunidad de los criminales —y contra la connivencia de las autoridades— de una de las ciudades más violentas del mundo.