Más que extraviados o fantasiosos, los jóvenes son quienes mejor entienden la realidad. Durante la adolescencia se logra el mayor equilibrio entre la realidad y la fantasía: mientras los niños adquieren gradualmente la noción de realidad y los adultos priorizan la adaptación a los deberes que esta les impone, los jóvenes tienen la virtud de estar en el mundo pero sin llegar a confundirse con él. De ahí su potencial transformador, su fuerza para resistir ante lo establecido.
Esos raros adolescentes nuevos se propone recuperar el valor que tiene la experiencia en la vida juvenil y destacar cuán importante es el acompañamiento de los adultos. De esta manera las pérdidas y frustraciones no serán tan dolorosas y las veremos como pasos en el camino hacia un presente que se puede elegir. Y los errores podrán ser elaborados y juzgados sin perder lo mejor que tiene una vida auténtica: sentir que es propia.