Faith Nelson accedió de buena gana a cuidar del recién nacido de su hermana gemela como si fuera su propio hijo. Incluso cuando Jared McAndrews apareció para reclamar a su hijo, Faith se mantuvo firme en su promesa.
Ahora, ambos dormían bajo el mismo techo y, además, ella tenía que hacerse pasar por su nueva y flamante esposa. Y lo más curioso era que tenían un hogar feliz. Las caricias de Jared no sólo despertaron sus adormecidos deseos, sino que también Faith descubrió que era el hombre más honorable y cariñoso que había conocido. De poder formular un deseo, ella hubiera deseado que aquella vida de ensueño no terminara...