Las grandes sociedades se enfrentan hoy a múltiples contradicciones y graves crisis que, como nunca antes, imprimen una complejidad aparentemente imposible de resolver, los problemas globales, especialmente aquellos referidos a la relación hombre – sociedad – conocimiento, hacen temer incluso por el futuro de la especie humana.
Esta agonía planetaria, matizada por la violencia, la injusticia, el abuso y la envidia que hoy se vive, provoca que el hombre se torne agresor del propio medio en el cual se desenvuelve, y por ende, se convierta en el principal enemigo de su propia especie.
Ante esta incertidumbre, ¿qué puede hacer la educación como proceso social para lograr establecer nuevas formas de convivencia y de actuación que lleven al rescate progresivo e incluyente del ser humano?
En su más amplio sentido, la educación tiene la responsabilidad de salvaguardar los logros de la humanidad, primordialmente a través de la acción del profesor como encargado de potenciar todas las capacidades del estudiante, y en función del encargo social, la actitud que asuma debe responder a la oportunidad compartida de formar mejores seres humanos.
La Educación Física en la escuela no solo contribuye al buen estado físico y la salud del alumnado, también ayuda a los jóvenes a llevar a cabo y a comprender mejor la actividad fisiológica, lo cual tendrá repercusiones positivas a lo largo de toda su vida.
Además, la Educación Física en la escuela aporta conocimientos y habilidades transferibles, como el trabajo en equipo y el juego limpio, cultiva el respeto, la conciencia social y del propio cuerpo y proporciona una idea general de las “reglas del juego”, que los estudiantes pueden poner en práctica fácilmente en otras asignaturas escolares o situaciones de su vida cotidiana.
Debido a todos los beneficios que aporta, la promoción de la actividad física ha recibido una atención creciente no sólo en el ámbito escolar, esto se ha ampliado en la sociedad en general.
En efecto, tanto la educación física como el deporte contribuyen a desarrollar las aptitudes “genéricas” y el potencial cognitivo y físico del niño, proporcionándole así las bases necesarias para su plena realización como persona y su bienestar, así los sistemas educativos son elementos básicos de la construcción del bienestar físico y mental del individuo.