A partir de la figura medieval del doctor Fausto y su fatídico pacto con el diablo, Goethe dedicó varias décadas de su portentosa carrera literaria a la composición de una obra dramática en dos partes: un fragmento de la primera tuvo su edición original en 1790, pero la segunda sólo vería la luz de manera póstuma. Fausto dejaría una impronta definitiva en las ideas occidentales sobre la sed de conocimiento, la tentación, la culpa reincidente y la inmortalidad del alma. Pasto para lecturas y relecturas de la más diversa índole, e inspiración de compositores como Schubert, Schumann, Berlioz, Liszt, Mahler y Henze, Fausto es no solamente una de las obras cumbre de la lírica alemana, sino parte innegable del imaginario y la mitología del mundo moderno.