Hallaremos que los romanos debieron la conquista del mundo a ninguna otra causa que el continuo entrenamiento militar, la exacta observancia de la disciplina en sus campamentos y el perseverante cultivo de las otras artes de la guerra.
Sin esto, ¿qué oportunidad habrían tenido los insignificantes ejércitos romanos frente a las muchedumbres de los Galos? ¿O con qué éxito podría su pequeño tamaño haberse opuesto a la prodigiosa estatura de los Germanos?
Los españoles nos superaban no sólo en número, sino en fortaleza física. Siempre fuimos inferiores a los africanos en riqueza y desiguales en engaño y estratagema. Y los griegos, indudablemente, fueron muy superiores a nosotros en la destreza con las artes y toda clase de conocimientos.
Pero a todas esas ventajas, los romanos opusieron un cuidado inusual en la elección de sus levas y en su entrenamiento militar. Comprendieron completamente la importancia de endurecerse con la práctica continua y de entrenarse en cada maniobra que pudiera ocurrir en la formación y en el combate.
Tampoco fueron menos estrictos al castigar la desidia y la pereza. El valor de un soldado se enaltece con el conocimiento de su profesión, y sólo desea una oportunidad para ejecutar aquello que él está convencido de haber aprendido perfectamente.
Un puñado de hombres, curtidos en la guerra, marcharán a un victoria cierta mientras que, por el contrario, ejércitos numerosos con tropas indisciplinadas y novatas no son sino multitudes de hombres llevados al sacrificio.
Flavio Vegecio Renato a fue un escritor del Imperio romano del siglo IV. Nada se sabe de su vida excepto lo que él mismo dice en sus obras. Vegecio no se identifica como militar, sino como vir illustris et comes (hombre ilustre y comes) términos que, en el latín de la época, le señalan como un personaje cercano al emperador. El nombre «Renato» sugiere que abrazó el cristianismo en la edad adulta.
No se conocen sus fechas de nacimiento y muerte. Sin embargo, en su propia obra hay varias referencias que sirven para situarla aproximadamente: en su Epitoma rei militaris alude al emperadGraciano como deificado, lo que sitúa la obra después de la muerte de este en el año 383; una anotación de Flavio Eutropio, un escriba de Constantinopla, sobre uno de sus manuscritos ya publicados, data del año 450. Vegecio dedicó sus obras al emperador reinante en la época, pero no indica quién era; unos estudiosos sugieren que Teodosio I, la hipótesis más probable, y otros que Valentiniano III.
Se conocen dos obras suyas: Epitoma rei militaris, también conocido como De re militari, y la menos conocida Digesta Artis Mulomedicinae un tratado de veterinaria sobre las enfermedades de caballos y mulos. Fue la primera de ellas, Epitoma rei militaris (Compendio de técnica militar) la que le dio más fama.