Cuando un huracán destrozó su única vía de escape, Alexandra comenzó a creer lo que David aseguraba: que había regresado porque estaba preocupado por ella... aunque seguía sospechando que ocultaba algo. Todo lo señalaba como culpable, pero Alexandra se sintió obligada a desafiar a la lógica, a arriesgar su vida y su corazón y a confiar en la seguridad que David le brindaba con sus abrazos.