Pero Gabriel no quiere. No sin Henry. Su amigo se ha vuelto frío y distante desde que se produjeron los terribles acontecimientos de la pasada primavera, y, además, ya no recibe cartas suyas. Desesperado por averiguar qué ha sido de él, Gabriel decide vigilar la casa de la familia Jekyll.
Así es como conoce a Hyde, un joven con el pelo blanco y un carisma magnético que le resulta familiar pese a no conocerlo de nada. Hyde afirma ser amigo de Henry, y Gabriel es incapaz de no sentir celos de la intimidad que hay entre ambos, sobre todo cuando Henry sigue actuando como si Gabriel no significara nada para él.
Sin embargo, el secreto que se oculta tras la apatía de Henry no es más que una pequeña parte de un misterio mucho mayor que ha empezado a tomar forma. Hay toda clase de monstruos acechando en la niebla de Londres, y no todos tienen sed de sangre…