El destierro y la vergüenza habían convertido al jeque Khalil al Bakir en un hombre resuelto a reclamar la corona de Kadar a su rival. Su campaña comenzó secuestrando a la futura esposa de su enemigo. Puesto que ella era un medio para conseguir sus fines, ¿por qué se enojaba al imaginársela en otra cama que no fuera la suya?
Elena Karras, reina de Talía, iba preparada para una boda de conveniencia. En su lugar, la llevaron al desierto, donde la reina virgen pronto descubrió que sentía un deseo inesperado por su secuestrador, tremendamente sexy, que la hacía anhelar más.