—Amy, necesito que trabajes esta noche. Samira se reportó. Otra vez.
Miré a la enfermera pediátrica principal.
—Claro, Connie. Yo puedo hacer eso.
Ella me dio una sonrisa de alivio.
—Gracias. Te pregunté primero porque sabía que querrías las horas.
«Te refieres a que no tengo una familia o una vida que se interponga en mi trabajo».
—Sí, podría aprovechar las horas.
—Estoy finalizando el cronograma para la próxima semana. Te daré sábado y domingo libre. ¿Qué te parece?
«Tendrá que ser suficiente».
—Gracias, Connie.
Ella me dio unas palmaditas en el hombro.
—Gracias por ser flexible. Realmente significa mucho que yo pueda contar contigo.
«Quieres decir que puedes manipularme porque soy la novata. No por mucho tiempo. Disfruta el poder mientras lo tienes. —
—Seguro. No hay problema.
Connie me dejó sola en el escritorio cuando su busca comenzó a sonar. La estación de enfermeras estaba en silencio para variar. Terminé de tomar notas en la tabla de mi escritorio y la cerré. Descolgué el teléfono y marqué el número de mi novio.
—¿Hola?
—Hey —dije en voz baja—. ¿Qué estás haciendo?
Él dejó escapar un suspiro.
—Trabajando en algo de música y esperándote. Esperaba que esta noche fuera la noche en que... ya sabes. Haríamos las cosas oficiales.
Cerré mis ojos. Aquí vamos de nuevo.
—Sam, no puedo hablar de esto ahora.
—Nunca se puede hablar de eso. Vamos nena. Hemos estado saliendo durante tres meses y creo que deberíamos llevar las cosas al siguiente nivel.
—Sam, ya te dije que no estaba—